ESTADOS FINANCIEROS PARA LA TOMA DE DECISIONES

La contabilidad dentro de las empresas ha sido relegada a un tema tributario y fiscal, enfocada a pagar impuestos y no a ser la herramienta para que gerentes y administradores tomen decisiones con argumentos, midiendo con mayor precisión el impacto de endeudamiento, crecimiento, contratación de personal, negociaciones, etc. Lo que, unido “a la incertidumbre de futuro que caracteriza a las decisiones empresariales, hacen imprescindible un sistema de información que ayude al empresario a tomar decisiones y a mejorar su gestión, para mantener y aumentar el nivel de competitividad de su empresa” (Corchero y Pérez, 2004). En este sentido, la contabilidad puede ser la fuente natural de información en la cual se reúnen los hechos económicos más importantes de un periodo de todas las áreas de la compañía y por ende, es el reflejo del desempeño conjunto de la organización.

Para que todo lo anterior se cumpla y para que la información contable tenga sentido para los usuarios internos y externos, ésta debe ser objetiva y útil, ya que muchas veces el análisis se complejiza debido a “la sustancial flexibilidad inherente al conjunto de normas y principios que siguen los contadores en la preparación de los estados financieros de la empresa” (Petty y Martin, 2000). Los usuarios externos, con el gobierno como actor más importante, requieren claridad y veracidad para el cálculo de impuestos y gravámenes; los segundos, es decir, los internos, deben encontrar el reflejo del comportamiento detallado a un nivel razonable de centros de negocios o líneas de productos y servicios, costos y gastos.

Cuando se habla de nivel razonable, se hace referencia al detalle que debe tener cada cuenta con el fin que tome sentido conocer el valor y concepto de cada una. Para el caso de las ventas, tener separadas las líneas de negocio, ayuda a medir el resultado de los equipos comerciales y conocer el peso dentro del total para tomar decisiones, por ejemplo, de mayor o menor presupuesto en mercadeo. Sobre el detalle en los costos y gastos, se requiere un criterio de relevancia para poner en perspectiva aquellos que más impactan el valor final o que, por su importancia, deben ser monitoreados de cerca; no tiene sentido tener una cuenta contable para cada gasto en cafetería o papelería del día a día.

Gráficamente y como cuentas gruesas, los estados financieros se estructuran así:Analisis financiero

 

Ahora bien, incluso los mismos estados financieros aislados de otros componentes importantes como el flujo de caja y de tesorería, se quedan cortos en el análisis y un buen punto de partida es entender la diferencia entre ellos, es decir, diferenciar el ciclo contable del ciclo financiero. El flujo de caja es la capacidad que tiene la empresa de generar liquidez para pagar sus obligaciones referentes a proveedores, empleados, gobierno y demás, en períodos de tiempo que normalmente se cuentan por un año; el flujo de tesorería es el disponible de corto plazo para cubrir obligaciones del día a día. Mientras que en los estados financieros, se refleja la facturación (documento entregado a cada cliente en el flujo contable), el flujo de caja y la tesorería (flujo financiero), tiene en cuenta la entrada efectiva de dinero con los descuentos o retenciones efectuadas desde y hacia la empresa.

Con el panorama completo de cómo se comporta la empresa, del total de ventas, costos y gastos por línea de negocio, pero a la vez del efectivo disponible para pagos (vía recaudo de cartera), es posible llevar a cabo la planeación financiera, la cual, según Corchero y Pérez (2004) “debe convertirse en tarea imprescindible para intentar garantizar a la empresa el futuro, a corto y largo plazo” teniendo en cuenta que no se trata únicamente de decir con exactitud cuál será el resultado futuro, sino de anticipar cuál es el impacto de cada posible escenario antes de que no haya tiempo para reaccionar. En esta construcción, se hace necesario considerar la historia, pues es allí donde los ciclos, decisiones anteriores y comportamientos impactaron el desempeño empresarial, incluyendo factores externos que no se ven en los números pero que tienen igual o mayor importancia para el resultado final. Un buen insumo para dicho análisis, es un resultado de los mismos estados financieros: los indicadores financieros, los cuales y de acuerdo a Escobar (1998), identifican los principales factores administrativos que afectan la evolución de la empresa y permiten compararse con el desempeño de la industria o sector, “obtener información de indicadores sectoriales, apoya de manera significativa el análisis, dado que ellos reflejan el comportamiento promedio del sector donde opera la empresa”.

En conclusión, los estados financieros no son sólo una exigencia de ley, son el resumen de las relaciones entre clientes, proveedores, empleados y gobierno; donde la incidencia puede ser gestionada con el objetivo de encontrar las mejores decisiones y hacer del futuro un escenario menos incierto. Todo esto es posible, si los gerentes se toman en serio la construcción de informes integrales, con análisis de fondo y relevantes, que más allá de entregar una cifra positiva o negativa, cree alertas de respuestas ante mejores negociaciones, potenciales riesgos o ajustes de la actividad empresarial desde el comportamiento financiero.

Escrito por:
Adriana María Quiceno Aguirre
Directora Banca de Inversión - Capitalia Colombia S.A.S.

 

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